Más allá de las palabras

02 diciembre 2006

Tan ingenuo como siempre

Verte sonreír es un regalo del cielo, una bendición aun a falta de dioses. Sólo acercarme a tu piel es sentirla dentro de mi, volar hasta tus ojos y descubrir que brillan al mirarme. Saber que me quieres y sin embargo no entender porque guardas las palabras que algún día habré de oír. Cuidar los detalles, tender la mano como si fuera el puente al paraíso. Apartarla cuando empiezo a caminar sobre ella, y no saber. Hacer coincidir dos caminos, convertirlos en uno: en el tuyo, en el mío. Nuestro. Romper las distancias, liberar los gestos. Dejarnos expresar, quitarnos la careta, el disfraz. Dejar de actuar, en un teatro que jamás existirá, en el cuadro que un genio nunca se atrevió a pintar. En la fotografía en blanco y negro, en la imagen de la soledad, la de una niña que saltó al mundo real pero que jamás borró, los sueños que algún día logrará.

La niña que maduró, la primera noche que lloró por amor. Una niña que ha crecido, ha sabido decir no, aun llora por las esquinas de su humilde habitación. Viendo como la vida se le va por la ventana, desciende la calle helada. Esa vida que a mi me da el calor. Esa vida que ella me entrega, sólo a cambio de oír mi voz. No pide mucho, ella es así, guarda en los cajones alguna lágrima aun por mi. Y yo, tan ingenuo como siempre susurro en el silencio, Gracias por quererme tanto como yo te quiero a ti...

-Borja

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