Más allá de las palabras

23 noviembre 2006

¡Qué complicado es todo!


Son cerca de las once de la noche. Te duele todo el cuerpo. Llevas horas en esa silla, sentada y con la mirada baja. Leyendo líneas, subrayando frases, memorizando ideas. ¿Para qué? No lo sabes pero ahí sigues.
Te esfuerzas como nunca antes lo habías hecho. Eres dura contigo misma. No te importa lo que hay fuera de esa burbuja translúcida en la que permaneces. Te intuyo egoísta y tú, ilusa, crees que eso te dará la felicidad en el futuro. No digo que no sea un camino, digo que quizás haya otros.

Dejas escapar un bostezo. Es normal, estás cansada de todo esto. Alguna remota vez pensaste en dejarlo todo a un lado, no lo hiciste y en momentos como éste te arrepientes amargamente de no haberlo hecho. Cuando sonríes ni te acuerdas de las crisis. Es lo que tienen los estados de ánimo, son así.

Alzas la vista, ves la calle a oscuras, aun mojada. No sabes si por la lluvia o por todas las lágrimas que derramas pensando en él.No puedes evitarlo, estás enamorada y eso te ciega. Quieres gritar pero la voz te dice: “No lo hagas, el no te escucha. No sabe que te estás muriendo a su lado. Es inútil.” Quieres sentir, pero tu conciencia se niega – ya he sufrido demasiado contigo, bonita – y te abandona.

Te resignas. Das la batalla por perdida.

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