Más allá de las palabras

13 enero 2007

Mirando al infinito (2)

Caminó hacia Laura, que aun permanecía sumergida en la oscuridad de unos ojos seguros tras la fina barrera de unos párpados lisos, y se tumbó junto a ella.
Comenzó a compartir el cielo fundido, la brisa temblorosa y hasta el silencio majestuoso. Lo único que no descubrió fueron los pensamientos que recorrían la ilusa mente de Laura. No sabía que todo lo que sentía él por ella era recíproco. No sabía que Laura ardía, tampoco que el fuego tanto tiempo abandonado, se había convertido en la base de una vida de secretos y cobardía. Laura dejó caer el aplomo de la pregunta apropiada y esperada:

- ¿En qué piensas?
- En nada, simplemente disfrutaba de la soledad.
- Pero, yo estoy aquí contigo – replicó Laura - ¿por qué dices eso?
- Es como si no estuvieras... no sé, perdona si soy demasiado duro pero estoy pasando por una etapa de mi vida en la que por mucha gente que tenga a mí alrededor siempre me siento solo.
- Te comprendo – afirmó Laura con un tono compasivo – pero no deberías ser tan explícito. Duele oír eso viniendo de un amigo como tú Adrián.
- Lo siento, pero no quiero mentirte. No quiero mentirte más.

Un gesto de incredulidad se instaló en la cara de Laura sin previo aviso. Aquél “más” añadido sutilmente a esa última frase por parte de Adrián le chocó tanto que la réplica se hizo dura y tensa:

- Significa eso que me has mentido antes ¿no?
- No exactamente. Quizás me he expresado mal. Significa que no te he dicho la verdad, puede que parte de la verdad sí, pero no toda ella. Podría decir que mi verdad hacia ti ha sido sólo un iceberg, es muy poco lo que sabes. Quiero fundir ese bloque de hielo cuando pueda.
- ¿Y qué mejor momento que ahora?
- No es fácil, sobre todo cuando al fundirlo por completo quizás queden al descubierto sentimientos de los que me pueda arrepentir.
- El amor no es un sentimiento del que te puedas arrepentir – afirmó rotunda Laura – si es de eso de lo que intentas hablarme.
- En realidad no quiero decirte nada, pero ahora es mí corazón el que va a hablar... No me lo tengas en cuenta por favor.

El cielo comenzó a nublarse, la suerte estaba echada.

Borja

(Nota: Finaliza aquí el breve relato de "Mirando al infinito". Quizás algún día vuelva a retomarlo y seguir escribiendo, pero no ahora.)

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