Más allá de las palabras

13 mayo 2007

Mosquito

Dejé mi escritorio abandonado durante un breve periodo de tiempo. Cinco minutos, no más.
La ventana permanecía abierta aunque la persiana se había dejado caer tanto que robaba las vistas a una calle iluminada. La luz de neón en forma de lámpara alargada - concebida para estudiantes trasnochados como éste que escribe– reflejaba sombras en unas paredes rugosas donde apoyaba mis manos para no caer rendido de sueño.
Me tumbé con la espalda apoyada en un suelo cálido, estiré las piernas, los brazos, bostecé y cerré los ojos. De pronto, borré de un plumazo todos los recuerdos del día y todas las teorías económicas que tan duramente me había dedicado a estudiar durante la tarde anterior.
Cuando estaba pasando del estado de vigilia al de primer sueño (que me perdone Freud el desconocimiento en estos temas) noté un leve cosquilleo en mi labio superior. Aún con los párpados como persianas caídas, vacilé en intentar cualquier movimiento brusco y áspero. Me decanté pues por la caricia. Descubrí que en aquel hinóspito lugar de mi cara se había posado un mosquito, tan trasnochador como yo.
Intentando no hacerle sentir un ser extraño que había roto mi intimidad, le coloqué con cuidado extremo sobre la palma de mi mano y le miré fijamente.

Él sabía que cualquier intento por su parte de succionar mi sangre lo pagaría con la vida, así pues decidió quedarse inmóvil, observándome con desprecio.

- Son ya más de las dos de la madrugada y aquí sigues, ¿qué pretendes?
– No lo sé.
- Yo sí lo sé, era una pregunta retórica, ¡estúpido! Lo que te sucede es sencillo; no puedes cerrar los ojos y descansar porque hay algo que te preocupa y está por encima de ti y tus ganas de dormir.
- Supongo...
- “Supongo”, “No lo sé”, me cansan tantos tópicos baratos ideados para débiles. Tú no eres débil, si quisieras podrías comerte el mundo, ¿por qué no lo intentas?
- No lo intento porque siempre que pretendo dar el paso aparecen insectos como tú que no hacen otra cosa que replantearme de nuevo las cosas por las que...
- ¡Eh, un momento!
– No, ahora me vas a escuchar tú a mí; tu vida es muy fácil amigo pero a algunos de nosotros, los humanos, nos han programado para sufrir ¿entiendes? Tú siempre podrás morir por falta de sangre que succionar, por una mano que te aplaste o incluso por una lengua viperina que te haga desaparecer, pero yo no. Yo no me muero así. Yo muero cuando me faltan cosas que tu, mosquito de mierda, nunca podrás entender..
- Quizás tu problema es que ni siquiera los humanos son capaces de entenderte.

Y sin hacer ruido, se despegó del sudor de mi mano y salió por la pequeña ranura de luz que aún dejaba pasar la ventana de mi habitación.

-Borja

2 comentarios:

  • Hola wapoo!
    Hace ya tiempecito k no hablamos, pero d vez en cuando m paso x aki ^^
    M ha gustado muxo esta entrada, a ver si tngo yo tmb una conversacion asi con esos pesados visitantes alados.. ¬¬
    1bsitoo

    De Blogger Esther Morales, A las 13/5/07 21:18  

  • Creí que ya no ibas a escribir nunca jaja por cierto... niñonervioso! me quería haber acercado a tu clase hoy para hablar pero he estado durante todo el día estudiando en la biblio o en clase, que tenía examen de 1 a 2:30 ... y al final encima no lo he tenido :( esta noche si quieres te llamo para darte un rato la plasta y me cuentas todo, todo, todito! :D
    Muaksssssssssss

    De Anonymous Anónimo, A las 14/5/07 14:59  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]



<< Inicio