Más allá de las palabras

01 abril 2007

Madrid 31 de Marzo

He salido de casa y el cielo amenazaba lluvia. Mi única protección era un libro que llevaba bajo el brazo. He recorrido rápido los pocos metros que separan mi portal del metro y allí he entrado. Hasta Canal he permanecido con la vista fija en las hojas de Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. Una vez allí he cambiado de línea; caminando por los pasillos del subsuelo con torpe desgana sin destino. En ocasiones nos preguntamos cuál es nuestro destino. Yo asumo que no lo tengo.
Mientras pensaba en niemeces plomizas he acabado en un nuevo andén, casi sin querer en un nuevo vagón y por inercia inocente me encontraba abriendo las puertas en Bilbao, línea cuatro.
He estado vagando por mi ciudad, caminando ausente. He descubierto una exposición acerca de la historia de Madrid en una de esas pequeñas calles que huelen a leyenda. Me he conmovido viendo las decenas de fotografías que allí había abandonadas a los ojos escrutadores de infelices como yo. He vuelto al aire de la calle, por poco tiempo. Tras un nuevo, y breve, viaje en suburbano, mi cabeza ha asomado al tráfico de la plaza de Colón y mi nariz ha respirado el frío de las siete y cuarto de un madrileño sábado de primavera.
Bajando por Recoletos, me he parado en cada banco, he querido escuchar cada silbido de los pocos pájaros que aun nos quedan y he deseado ser una pieza más de no sé bien que puzzle.
He evitado mirar a Cibeles directamente a los ojos. Mientras subía la calle Alcalá he intentado no darme la vuelta, como si así, pudiera olvidar el pasado. El de hace un año y el de hacía una hora, no quería.
No sé muy bien cómo, he acabado en la Casa del Libro de Gran Vía. Miraba, ojeaba, fingía sentir interés en todos aquellos libros. Nunca he sido bueno mintiendo, ni siquiera a mí mismo. Eran cerca de las nueve de la noche y la tienda comenzaba a dejar caer la intensidad de su iluminación. El mensaje de Vayan marchándose venía implícito en aquel progresivo oscurecimiento.
He salido a la vida de la Gran Vía, sin ganas de nada. He caminado hasta Callao y junto antes de bajar de nuevo a la otra vida de Madrid, una hoja que llevaba doblada dentro del libro, se ha dejado caer.
- Oye, esto es tuyo. Se te acaba de caer.
- Gracias.
- No hay de que.
No recordaba llevar nada entre las páginas de aquel libro. Con cuidado he abierto la hoja, desdoblándola con mis manos torpes. Y he vuelto a recordar que hacía yo allí; esperar a quien nunca subirá esas escaleras con una sonrisa en los labios, un beso en la mirada y un te quiero en el alma. No he podido evitar las lágrimas.

6 comentarios:

  • Hola! Empizan a ser más frecuentes mis comentarios por aquí.
    Muy buena entrada ésta, un poco triste, pero llena de sentimiento.
    Ten la esperanza de que ya llegará alguien que te de todo lo que anhelas, pero no la busques;simplemente encuéntrala.

    Un besito!

    De Anonymous Anónimo, A las 2/4/07 10:13  

  • Buenas!
    Cada vez que me dejo caer por aquí me quedas más sorprendida con esa maestría que tienes con las palabras... De verdad que me encanta. ¡Espero que sigas siempre así!Algún día no muy lejano podré decir: "¡y yo comentaba en su blog!" ^-^
    Un besito muy fuerte

    De Anonymous Anónimo, A las 3/4/07 15:02  

  • Muchas gracias a las dos por pasaros por aquí ;)

    -Elisabet: sólo las entradas tristes tienen verdadero sentimiento (opinión personal).

    -Esther: lo de la maestría con las palabras son, valga la redundancia, palabras mayores.

    -Borja

    De Blogger Borja, A las 3/4/07 15:24  

  • Buenas!
    Me encanta lo que escribes, pasar un rato entre estas lineas para mi es perderme en un mundo perfecto donde me siento bien.
    Estaré merodeando por aquí, un saludo!

    De Blogger H., A las 4/4/07 14:55  

  • creo que hay que empezar a hacer el club... :P
    borjita.. es que eres único! :D

    De Blogger ChicaJazmin, A las 4/4/07 16:03  

  • ya me lei esto tres veces
    y cada vez
    me quedo absolutamente asombrada...
    no me salen las palabras
    el corazon se me encoge con cada párrafo, pero con el último deja de latir...

    gracias por recordarme que sigue existiendo cierto sentimiento en mi interior... que aunque intente negarlo sigo sintiendo, las emociones recorren mis venas y no hay forma que dejen de fluir.
    gracias

    De Anonymous Anónimo, A las 6/4/07 17:13  

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