Botas

Palestina no va a la escuela, porque su escuela no es más que otro inmenso cráter. Y el problema viene de ahí, del fondo del orificio donde aún quedan restos de venganza que no desaparecen con el agua de lluvia. ¿Estará llorando Palestina? No lo sabemos. Seguramente su corta edad no le permita distinguir el bien y el mal y quizá jamás pueda hacerlo sin que un obús destroce su casa con ella dentro. Por eso anda a través de una jungla en blanco y negro, por eso el cráter en su camino, por eso las botas manchadas de sangre, por eso la cabeza gacha.
Palestina superará ese obstáculo de alguna manera, estoy seguro, confío en ella. Y cuando consiga llegar al río, dejando atrás la maleza mortal en la que vive, podrá limpiar sus botas y hacer que vuelvan al color que tenían antes, verde. Esperanza.
-Borja